De vuelta, revuelta, Bilbo

Historia de lucha entre las carnes y la Ría.
El fuego y el chorro de agua a presión, cóktel molotov, la gente que corre, el carrito del niño a dos ruedas, la madre con su fulá cubriendo su boca, cara desesperada, mucho gris, llueve, el calor del acero, la pesada estructura de tiempos de metal, chimeneas en Miribilla y el Corté Inglés.
Mucho humo en la gran avenida, veo cámaras como farolas, policias como máquinas, indignación en fábricas ahora puro vestigio de tiempos lejanos.
Angustia e impotencia, no resignarse a la violencia latente y utilizar la misma en el mundo palpable. Tiraré la piedra.
Los edificios rectangulando la existencia, millares de ventanas y otra vez las piedras, el verde, el monte, la lluvia, el acero, los gritos que no se dejan silenciar más que en su último aliento.
Siempre con los guantes de boxeo, con la sed de ríos cristalinos y las águilas guiando sus pasos.
Siempre en el contraste, las cabras montesas chocando la cornamenta a ritmo de txalaparta, sistema y pueblo, respeto, avaricia, los pañuelos llenos de lágrimas, mocos, sangre... palabras que corrieron como la polvora, que fueron la causa de muerte, de cárcel, de dolor de familias, pueblos, personas.
Siempre en lucha. Resistencia eterna. El cuerpo al servicio de la libertad.

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