Comida


Las revanchas que se toma la vida no son tan automáticas como la escritura
Se toman su tiempo porque la venganza se sirve en plato frío, es el postre de la decepción y la rabia, son los restos de las esperanzas que nunca consiguieron consumirse, que a pesar de estar siempre a punto, nunca pudieron ser ingeridas y se pudrieron en los labios.
Ese sabor amargo que hoy sudo por las noches, son las tóxicas de la digestión de tantas tonterías y egos mezclados con un carácter demasiado pasional y exigente.
Esta comida con fecha de caducidad, nunca irá a mejor, irá a menos porque el banquete comenzó hace ya treinta años.
Y el vino... ese si que lo aprovecho bien.

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