Mamá, ya no lo tengo



Empezamos a notarlo de a poquito, como lluvia fina que cala hasta los huesos.
-¿Hablaste con mamá?
- Ayer.
-¿No la encuentras rara?
-¿Por qué lo dices?
-Me llamó dos veces para contarme lo mismo.
-No hagas caso. Está preocupada por lo del dinero y no está en lo que está.
Justificábamos sus olvidos, cada vez más frecuentes, con toda clase de mentiras. No queríamos creer que esa cabeza perfecta estaba empezando a fallar. Aún no.  La necesitábamos. Mi madre  era el pilar  que  sustentaba nuestras vidas de barro, y sin ella, acabaríamos siendo solo arena. Sin embargo, las mentiras tienen las piernas muy cortas, tan cortas, como el avance de su enfermedad. La encontré sentada en el suelo con sus ojos azules más tristes que nunca y ella supo y yo supe que había llegado el final.
Hace meses que no sabe quién soy.  Todas las mañanas me siento a su lado  y todas las mañanas me pregunta mi nombre y entonces recuerda, por un poquito,  que soy su hija. Cree que tengo cinco años y que es mi primer día de colegio.
-Elena, no me gusta ese vestido. ¿Por qué no te pones el blanco que te he comprado?
-Mamá, ya no lo tengo.
Luego suspira y me acaricia la cara con sus manos de mujer protectora y por un momento pienso que todavía no la he perdido.

Comentarios

  1. Como sabéis, yo aun estoy en la fase de reírme con ella, y a su vez ella se ríe conmigo. Es una pena, que esto siga avanzando, solo pido que tarde mucho, y aunque sea muy duro decirlo, prefiero mil veces perder la , que verla de otra manera.Un besazo.

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