El laberinto

En el laberinto, el tiempo y el espacio desaparecen.
Tramos rápidos, lentos, lentísimos, sin salida, sin luz, sin pies que permitan el camino. Sin troncos en los salvarte de los leones.
Terreno austero, vía de cada unx, fases diferentes que dividen lo que en un tiempo fue uña y carne.
Atajos entre mala hierba y barro
Tierras pantanosas donde ya no fluyen las ganas de sentir, desiertos de fe y esperanza, monzones de lágrimas, valles de penares a las afueras de las ciudades.
Y de repente, personas equipadas con lámparas y abanicos.
Con cantimploras para calmar la sed.
Brújulas que no necesitan encontrar el norte.
Sastres de ilusiones y saltimbanquis coloridos con sus gorras y guitarras.
Perras indomesticadas rastreando tu nueva ventana,
madres de frutos a pares, de besos sin fin, de amar sin contrabando, de sangre lista para la transfusión.
Y es justo en el pasadizo de los parásitos , encuentro la salida

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