La pistola

Que los años no pasan en balde, que ya las arrugas me dicen que voy para sabia.
Que entiendo profundo y que puedo seguir y ser yo misma.
Ya no me hace falta que diga nadie nada.
Las heridas que antes sangraban, ahora florecen en mi piel, y los lunares del sol, no me asustan.
He acogido la luz porque he aprendido a abrir y cerrar las pupilas a voluntad propia.
Sé que velocidad hay que tener, y aunque a veces me dispare, sé detenerme y respirar antes que me atraviese el disparo.
La pistola ya no me da miedo, precisamente, porque no quiero morir.



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