un día culquiera, te levantas despeinada y...
Y cualquier día,
fumándote la vida, te das cuenta de que estás cascada; tus tetas ya
no tienen gravedad, el culo antaño deseado, te llega a las rodillas,
tus ojos han empequeñecido y tu cara es un mapa de carreteras
secundarias y... qué te queda entonces
No tus manos
artríticas
Ni tu muñeca
sensible
NI tu cuello
retorcido
Ni tus muslos
celulíticos
NI tu espalda
curvada
NI tus tripas
sueltas
Lo único que te
queda es tu espíritu.
Comentarios
Publicar un comentario