Entre dos aguas

La princesa y el delincuente se encontraron donde los párpados se cierran a la cordura.
Un destino incierto los unió una noche fronteriza de aguas calmas, algas profundas, xirimiri impresionista y embestidas fuertes y salvajes. Se abrazaron largamente, sus frentes unidas la una con la otra y el amor imposible... posiblemente descubierto en un fatídico desliz.
Sus cuerpos se enrollaron en una danza pura y elemental,  y el ritual, sin pedir ni permiso ni consideración, sin sopesar la melancolía ni el martirio, los penetró tan hondo, que hoy, embrujados por tentar al demonio con sus bailes esenciales, se persiguen sin pensar que ella es una sólo es una princesa y él, un simple delicuente.

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