Puerta cerrada

Nadie puede entrar en tu reino. Ni siquiera tú.
Se ha cerrado la entrada al paraíso y tú, despistado como eres, has olvidado dónde has puesto la llave
Te has quedado fuera de tu propio reino
Te ausentaste demasiado, la cerradura se oxidó y la petunia se secó.
Hojas viejas y cáscaras de lo que fue son barridas en la distancia
Preguntas por el paradero de la clave
La nota que buscas está al filo del cielo y el infierno
Detrás de una voluntad parecida a un espejo roto
Al resguardo de un apartado de correos
La puerta sigue cerrada y la habitante, te espera envuelta en un juego perverso.

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