Que corra como la polvora



Un barrio explotado en una burbuja. Unxs vecinxs convertidos en fantasmas. La luz que se la quitan y así coaccionan un poquito mejor. Otra historia típica de la especulación urbanística estatal de tintes judiciales y personas en la calle. De generaciones de andaluces, extremeños y gallegos que cansadxs, decidieron abdicar del sueño de un mundo mejor en Errekaleor, Vitoria.

Errekaleor "Un mundo mejor" (apodado así por sus colonos en los años 50), es un barrio al que no llegan los autobuses urbanos. Hubo un tiempo en que así fue y que la guardería, la iglesia, el cine, los deportes, el costurero, la escuela de mujeres, la panadería, estaban en auge. Un tiempo de niñxs jugando en la plaza y subiendo al monte con un cura todavía vivo, diamante pulido capaz de dormitar entre el miedo y el valor y hablar de personas y no de adjetivos todavía hoy, en un sillón de cuero desvencijado tras una mesa cubierta por una tela aterciopelada de tigre en lo que fue su parroquia, convertida hoy en Gatzetxe, con las piedras de lo que fue su altar, usadas como asientos al sol a las puertas del templo y la pila bautismal, transformada en grifo de cerveza. Hubo un tiempo de organización social de base, de necesidad e ingenio, de paja contra la humedad y limpieza de portales entre vecinas. De comunión, de política y asesinato policial, un tiempo que empezó a terminarse en la cumbre del ladrillo.

En 2001 unos señores (posiblemente enchaquetados y posiblemente varones) reunieron a lxs vecinxs de Errekaleor "Un mundo mejor" en el cine (qué barrio tiene un cine...) para informarles que el Ayuntamiento de Vitoria tenía planes para sus calles, y que ellxs, estarían mucho mejor alojadxs en otro barrio; mucho más moderno, con las fachadas de placas de colores, altura considerable y avenidas grandes. Pisos de protección oficial a la última orden, construidos a base de chantaje y tratos por debajo de mesas de caoba y ceniceros pesados. El nuevo hogar les estaba esperando y por supuesto, eran idiotas si dejaban pasar la oportunidad.

Lo que nunca dijeron fue el verdadero deseo: expropiarles su terreno y darles a cambio limosnas y amenazas. 4 Denuncias siguen interpuestas en los juzgados: 2 en el contencioso y 2 en el penal, y una de ellas, la que alude directamente a la propiedad del terreno puede hacer justicia poética. Resulta que los terrenos de Errekaleor, fueron donados directamente por un fraile a lxs emigrantes sureños que venían a Euskadi en busca de pan y fábrica, por lo que el ayuntamiento local no tenía (ni tiene) ningún tipo de derecho sobre ellos. Sin embargo, este detalle fue obviado por los cargos de turno y los chalés adosados unifamiliares con posibilidad a terreno-jardín, a 10 minutos en coche de la urbe y naturaleza alrededor, eran demasiado lucrativos y sabrosos para no abusar del poder coercitivo disponible (desalojos forzados, indirectos, violencia sutil, tapiado de fachadas, cortes de electricidad...) y así cumplir su preciado deseo.

El deseo finalmente no llegó a materializarse. Errekaleor nunca fue derribado y la construcción de esos chalés de clase media, perro, coche y niñxs, no pasó de ser un papel más. Pero... lo que si se realizó fue la expulsión de sus vecinxs. Por distintas, oscuras y manipuladoras intenciones, el barrio quedó abandonado a la mano de lxs pobres más pobres, con sus portales tapiados y sus ventanas igual, su cine de butacas vacías, su iglesia sin escuela y sus pisos, sin cobre.

Hoy, un grupo de unas cien personas vive en Errekaleor y el sueño de Errekaleor "Un mundo Mejor" ha revivido por arte de magia y trabajo. La panadería vuelve a funcionar, el cine-teatro llena sus butacas y la iglesia-gaztetxe sirve de salón de coloquios y artes varias. Parece que los portales vuelven a abrir sus puertas y que personas con ilusión caminan otra vez sobre sueños antiguos. Y parece que quiere funcionar, que ya está funcionando, que la poesía vence al miedo y que el amor, el carnal, el que se viste con fajas y se come naranjas y zanahorias en comunidad, puede sobrevivir a costa de todo, y es que, cuando distintas generaciones son capaces de entenderse, expresarse, contarse y contaminarse con afecto, crítica y ganas de creer, pues las ventanas se destapian y la luz vuelve a entrar.

El sueño de Errekaleor "Un mundo posible" vuelve tras un tiempo de barbecho. 

Muchas gracias por hacerlo posible.
Que se jodan lxs que nunca sabrán lo dulce de vivir los sueños.

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