La grieta

La muerte sombreaba a la vera de la luna
Los cantares antiguos removieron la tierra donde yacen los cuerpos
y el olor embriagó la pequeña casa
Subía el aroma de la batalla perdida, la carne y el fuego unidos y carbonizados, el nombre del cerdo por fin santificado
Muerte y miseria llegaron como conclusión de todo lo que pudo ser y no fue
De todo lo que te hicieron creer a punta de charlatanería y mezquindad y tu no pudiste superar
En la puerta de tu casa te esperan el sol y las estrellas, un monte de pinos moribundos y retama bellísima
Toda la esperanza en la copa de unos pinos agonizantes a veinte pasos
De arena se hizo tu pensamiento cuando descendiste la duna y pies en polvorosa
Corre rápido que la muerte sombrea a la vera de tu luna amante rodeada por las costillas de las pateras
No podrás descuidar el olor de su proximidad
Su aliento de vencedora perpetúa
Su paso imperturbable
Alianzas con las mareas y las aguas saladas en un pueblo de vacas y moscas
con la pureza de un chorro de manantial de propiedad privada
y la melodía de una guitarra algecireña que se empeña en llorar lo que no es
te pueden ayudar a plantar cara
a sentarte debajo de lo moribundo y empezar a arrancarte la piel
para despojarte de lo ajeno
descubrir lo propio
y limpiarte con tu saliva
Ancla tus garras
Repasa tus heridas y tus historias
oxigena la infección vital
regenera tu espíritu con pureza y humildad
siéntate hermano mio a la vera de la honestidad
y borra todo lo que no te pertenece
bañando tus pies, en la grieta del Estrecho de Gibraltar

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