Crónica a dos meses de 2020

Corren tiempos de colapso. 
 
La fragmentación se apodera de las personas y sin un hilo del que tirar, no se desenrolla una madeja.
Cortaron el hilo que nos unía al cosmos. 
Nos apartaron de nuestra divinidad y situaron a las estrellas como mero fenómeno astronómico reservado para poetas y físicos. 
Nos ocultaron la partícula elemental, nos prohibieron la alquimia y nos hicieron terapia conductista hasta perseguir un céntimo como objetivo vital. 
Nos arrebataron la dignidad propia y nos hicimos dependientes. 
Quemaron nuestra creatividad y bosques, 
acorralaron nuestra rebeldía y amordazaron nuestra fe. 
Nos ataron al mastil del consumo y nos lanzaron a un mar de hambre e idiotez insaciables. 
Nos cantaron las sirenas de cuerpos vendidos y corruptos amparados por la justicia divina y terrenal a lo Zeus y nos torturaron mil anuncios seguidos de mil dudas y ninguna máscara lo suficientemente adecuada para la ocasión.
Nos intoxicaron la comida y el amor, 
nos trataron como números y nos rifaron en mesas de carabineros. 
Nos dijeron que éramos los/as mejores sirvientes/as y les hizimos la cama con esmero. 
Nos creímos el cuento del tener para ser feliz, de comer perdices para casarnos y de cazar todo lo que en nuestra boca cabía. 
Nos olvidamos de que nacimos con un hilo que nos unía a la divina naturaleza, no es extraño, lo hicieron a los 2 minutos exactos de nacer.
Nos amamantaron con ideales bellos y actos hipócritas y crueles, nos trataron de ignorantes y adictos/as, de gentuza, de esclavos con hambre y sed.
Sin embargo, se olvidaron de unas cuantas cosas
De nuestra palabra valiente, 
de los resquicios de nuestra fe, 
de la placenta madre que las parteras guardan para medicina. 
De la capacidad que todavía tenemos para reconectarnos y sentir lo divino: El cosmos que nos atraviesa, la tierra que nos nutre, el fuego que aviva nuestra pasión y el agua fresca de la montaña solitaria. 
No vieron nuestra comunión esencial con la vida más esencial y despreciaron nuestro amor revolucionario de retama y olivo. 
Nos creyeron débiles e ignorantes, fracasos de antemano y no se cortaron un pelo. 
Llegaron a la estupidez cognitiva: al credo del dinero, a la identidad de chino- Mc Donals y a la vida de las pastillas para no despertar jamás. 
Nos tomaron como seres sin espíritu ni lógica y nos sometieron a discursos vacíos y manipulados.
Olvidaron entender y se limitaron a reproducir miedo e ignorancia. 
Construyeron un sistema burdo pero altamente violento y letal.
Nos cortaron las alas y aceptamos cualquier trabajo a costa de cualquier cosa 
y nos morimos de cáncer y fragmentación, porque nuestra células, que si que conocen lo elemental, prefieren suicidarse a seguir aguantando. 
Porque nuestra alma, sin un poco de fe que la sostenga, prefiere volar a otras dimensiones donde se le haga justicia poética.
Finalmente, algunos y algunas se lo creyeron todo al pie de la letra y otras, aprendimos a conectarnos muy a pesar de muchos y muchas y con coraje, decidimos vaciar nuestra vasija de porquerías y llenarnos de luz, y en caso de no poder, romper la vasija y jugar otra vez.

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