De lobas, lunas y brujas
Lo fino de tu
silencio me alerta de tu alma volcánica y de tus artes de vieja
bruja.
Cráteres de luz
entre sombras y sólo una cara.
La otra la escondes
desde el día que supiste que el dolor es tan parte de la vida como
la muerte, la ausencia y el rencor.
En tu espalda cargas
el odio de otrxs que decidieron arrancarse de tu vientre y sonríes
condescendiente cuando las lobas se unen a manadas salvajes y
rabiosas, guerreras de tus faldas que no pudieron o no quisieron
despegarse de tus carnes pálidas y misteriosas, amazonas de solo una
teta (la del corazón) y un cartucho de flechas (su cabellera), para
defender tu tierra y cielo, que nos es territorio sino tierra y
cielo, porque por lo que estas lobas se dejan la piel, es por todo lo
que existe, aún si saber qué, porque ya no necesitan saber, son
movidas por el puro instinto animal, el que te coloca en la línea
perfecta de la supervivencia, donde no existen las dudas ni las
palabras, donde es la acción la única arma y reina un saber innato
sin explicación.
Allí a los pies de
la luna, podrás encontrar a estas lobas lunáticas, viejas
alcahuetas de fracasos y alegrías, mesoneras de almas ahogadas a
tequila por desamor, cantaoras de ritos con mesa de mezclas y pastas
de té, ilusionistas descreídas de fe inquebrantable, magas de la
intuición y poetas de islas perdidas, sanando las almas de lobxs
exiliadxs.
Al principio te dará
miedo, tendrás frío y sueño, las sombras bailarán tenebrosas a tu
merced y toda tu vida será desvelada en las llamas de fuegos fatuos
sin consideración, vergüenza ni piedad, llorarás, odiarás, te
perderás, sufrirás... las formas serán deformes y tu misma cara,
se reflejará en el lago putrefacto de Narciso.
Pero...
Si aguantas una
noche, amanecerás sabiendo quién eres.
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