Ay lunita

Ay lunita que a mis demonios perdidos atraes hasta mi cuarto sin preguntar si quiera si estoy acompañada.
Ay lunita que cuando te llenas, me vacías y las tripas afuera, ya no pueden ni padecer lo sombrío de tu misterio.
Ay lunita, que tanto movimiento de agua me hace muy difícil quedarme quieta y beber un poquito de tu templanza.
Que me haces perder la armonía y ya no hay jarra que consiga mezclar sin turbulencia, la sangre de todos los corazones que rápidamente se me cuelgan esperando de mi una luz que está debajo de un pozo, que es puro fango y orquídea, que hay un sapo que se cree cocodrilo y una luciérnaga con la luz fundida, que está repleto de ratas y monos, de gallos de pelea y dragones despiertos.
Ay lunita, sé mi linterna y no mi ardid, que necesito llegar hasta más allá del pozo y rescatar la luz que me pide bailar hasta el fin de los días y morir en la danza de los nadie empuñando un candil de honestidad.
Ay lunita, escucha lo que te digo y no me des la espalda más que no sé cuanto tiempo la oscuridad podré aguantar.

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