SIn miedo a todo

En la cabeza tengo las marismas del Coto de Doña Ana y la resaca de un levante salvaje.
En el fondo de mi espíritu, la hiedra cubre mis ganas y las orquídeas se reproducen como flores demoniacas caídas del más bello paraíso.
En mi barriga se gesta Lucía y una imagen de mar extrañanamente en calma, me acosa con su exagerada y plena verdad.
Ya sabes que soy como las algas y que no dejaré de enredarme en tu cuello hasta que consiga asfixiarte, asfixiarme y lanzar la llave al mar de intensidad que ni tú ni yo sabemos gestionar pero que vivimos como si fuéramos sus dueños.
Y es que mi cuerpo está flaco y de raro ver, y es que la sorpresa nos cogió sin sorpresa y es que los dos sabemos que dos más dos siempre serán mucho más que cuatro si quiénes lo calculan han sentido en sus pieles el deseo y la verdad de un entedimiento mucho más profundo que el centro de la tierra.
Si es que tanto tú como yo, tenemos al corazón como luna y al instinto como maestro. Y así, pues para adelante, a seguir cavando tan hondo como nuestros sentimientos consigan llegar.

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