Palabra

La palabra, esa que tantas veces se te ha escapado. Esa que has silenciado y te ha revuelto el estómago. Esa que te ha definido en el tiempo. Esa que dicen de ti. Esa que dices de ti. Esa que dices de las demás personas. Esa que utilizas para definir el mundo. Para hacerlo más grande y más pequeño. Para comprimirte y expandirte. Liberarte y encarcelarte. La que es tu balanza. La que está en la garganta. La que pide salir. La que es silenciada otra vez. La que puede llevarte al cadalso o a la gloria. La palabra, expresión del alma según Sócrates. La que se ha negado a la mayoría de la población. La que se usa para extorsionar y abusar. La que toma tintes corruptos y asesina a dedo. La que usan las personas genocidas. Las que quieren la paz. Decir palabra es decir controversia, contradicción, sentidos sin sentido en busca de sentido común. Hablar de la palabra es revisar el cuerpo y la mente. La expresión de la cultura. Las relaciones de poder. Usar la palabra es asumir responsabilidad. Las palabras pesan para bien y para mal. La palabra no es aire, que viene va, la palabra es tierra donde sembrar vicios y virtudes que florecen con la llegada de las lluvias.

Palabra es cambio, es continuo movimiento, es agua salvaje, estancada, sin molde perenne, es evaporación y vuelta al ciclo. La palabra es renacimiento.

Eso es asumir la resposanbilidad con la palabra, que es, el compromiso y dignidad con una misma y todo lo demás, por eso, el me gusta cuando callas porque estás como ausente, sólo es construvtivo cuando una está tan relajada que puede permirtirse el lujo de carecer de ella. Las mujeres tomamos la palabra. Nosotras somos poetas no poetisas, sólo Gata Cattana es POETISA. Sólo quién quiera nombrarse así, lo es. Ya no vale el nombramiento ajeno. Tomamos la palabra y la hacemos verbo.
Actuamos.

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