Miedo a ser como esa sirena

Miedo de que el clavel no encuentre más primavera, el jazmín más olor y el naranjo eche naranjas secas
A que los peces sean todos pescados
la luna lugar de vacaciones
y tu presencia, la impotencia echa verbo
Miedo a que los perros dejen de aullar con la melancolía de mi canto
a que la higuera se parta para siempre
y las grullas se tornen poligámicas
A que dos más dos sea una indefectible verdad
y mi mala leche no haga más que aumentar
Miedo a mis reacciones volcánicas
mis palabras caústicas
mi soledad querida
mis dolores crónicos
mis bultos extraños
Miedo a mutar
a perder el norte y el respeto
a despreciar el sur y la alegría
a verme golpeada por quien más quería
Miedo, a la falta de energía constructiva de sueños y jardines fantásticos
a rodearme de sábanas sucias ajenas y toallas resecas por falta de suavizante y amor
A quedarme atrofiada y volverme una más que no cree
que vive para la vulgaridad y la apatía
que ha perdido su creatividad expansiva
y se limita a estar entrometida en la vida de los demás
Miedo, a ser como esa sirena que mandada por otros, cumple matanzas sin que le tiemble la cola