El jardín del Eden

Tio y sobrino de más de medio siglo de diferencia, saltan sobre una colchoneta elástica todas las barreras de la incomunicación. Juegan a las palabras, a los gritos y a los berreos entendiéndose a gruñidos, ayns, ayns, ayns, ni,ni, ni ¡Que te como, imberbe!
Una gran jardinera cuida el paraiso, perfumándolo de damas de noche, rosas, claveles, albahaca, romero y laurel. Construyendo con sus manos y protección, el olimpo de lo esencial.
El rumor del agua que todo se puede llevar.
Me voy a dar un baño en la piscina del Edén.
Ya es hora.

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