La poesía de los árboles

Algún día se acabará tanta poesía moña que no dice más que moñerías.
Hay muchas formas de decir las cosas pero muy pocas de decir algo.

EL día que la utopía se enfrente al espejo, los secretos serán descubiertos y podremos ex-presar nuestra alma enajenada y violenta aullando a la luna llena.

Bendita poesía que abres en canal lo podrido de la vida y germinas analogías y uni-versos maravillos; paraiso de soñadores vulnerables, de sensiblonas de pañuelos en muñecas y enjambre de despeínadxs y neuróticxs.

Bendita poesía que en un mundo descomunal haces vibrar a mi fragilidad.

Porque la vida gira más que un tio vivo y sentidos hay tantos como margaritas en el parque de Etxebarri.

Que estoy hasta la seta de versos manoseados y de burguesía fantoche. Que lo estirado está a punto de romperse, pero para más INRI, ni siquiera se rompe.

Que me gusta lo que fluye con el viento de la primavera que sabe que está contaminada pero que aún así rie con los ojos de sus árboles, que aunque meras imitaciones esperpénticas de sus antepasados, no los defraudan en cuanto a valor y supervivencia se refiere, y que agitándose entre edificios a medio construir y palmeras valencianas asesinadas por plagas de parásitos institucionales, éstos, siguen mirando a su utopía, al espejo de lo esencial y creyendo que sólo con las raíces bien radicalizadas a la tierra, y con la coronilla bien dispuesta al cielo, conseguirán que el uni-verso se convierta en lo más puro a soñar .

MIentras, miran a los parásitos en su lento marchitar y sonríen, a pesar de su pesar.





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