Infieles

La profanación de las iglesias y de la historia
Seda roja para camas negras y abrazos con olor a incienso
Túnica morada rasgada por los juegos de seducción
Más allá de Cristo, estaba Judas y María Magdalena
Las celosías del confesionario guardan las verdades veladas
El coro siempre va a cantar a los ángeles caídos
La comunión de la Santísima Trinidad y el suelo manchado con la sangre de Cristo
Digerir tanto misterio y no perder la fe; enciende un cirio por mi corazón
Las agujas traspasan el órgano vital de un inmortal
El paño dibuja la cara que no se pudo dar
y el tañido de las campanas nos avisa de lo que está por venir
Ni fieles ni agua bendita, ni capiteles ni tumbas de marquesas, nada es tan importante como la Santísima Trinidad
Lo etéreo susurra en el rosario de puntilla negra y unas manos de ramas miran al cielo lo que se fue para no regresar más
Cruces, clavos, agujas, sangre, pecados, virtudes, sacramentos y un sin fín de silicios más colgando sobre vuestras cabezas.
Mi cuerpo con la paloma de la buenas nuevas, agarrada de la mano del demonio, ascendiendo hacia el vacío más pragmático y trascendental pregutándose por qué ser sólo tres y pensando, que hace tiempo que son cuatro los infieles.

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