Quién soy
Nací de las aguas santas de una madre de herida abierta y un padre ausente e iracundo
Encima de una mesa donde las terneras encontraban cuchillo
y a los pies de un suelo de sangre y tripas
Había cortinas de plástico que separaban la carne reseca de la fresca
y en las paredes, las gotitas de lo que ya no sería parte de cuerpo
Crecí con el olor de animales muertos
en una casa de pilistras, geranios y patio encalado
fabricando chorizos con pimentón y guarenciéndome de gritos y ostias
En una terraza de barrotes y calor
jugaba a las muñecas que se cambian de ropa y de corazón
peinando la incertidumbre y el miedo
aprendiendo a esperar el momento de guerra
y sin saber muy bien, cuando era juego o realidad
Soy de las que vieron la casa en añicos y la intentaron reconstruir con lágrimas y valor
de las que creyó que una niña de 30 kilos podía parar peleas y destrozo
de las que cantaba a la luna cuando sentía a la tierra devastada
y de las que se ofrecían a cambio de nada
Ahora soy una mujer de mirada de pozo cristalino
que sólo se cambia por todo
y que conoce el límite de ser sensible y frágil
y respeta su cuerpo como templo divino
Años de dependencia y maltrato
como levante de 2 meses sobre flor recién nacida
han hecho de mi, mujer que se sabe entera
que conoce la importancia de la ayuda en temporal
y se sacude la leyenda del tiempo que no tuvo compasión
Hoy, con mis treinta y todos, de la niña que jugaba en una carnicería rodeada de animales muertos
queda una mujer de enredadera
de hojas grandes que se alimentan de sol y aire puro
que absorbe sales y luz de luna
y que con la brisa del choque de los sentidos
perdona a ese pasado que la abrió en canal
para dar una nueva oportunidad a la vida y a la ternura
y rodeada de animales vivos y serenos
espero con paciencia
la conciliación de mis extremos.
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