La caja de Pandora
En tu pecho guardaste la caja de
Pandora
y ví como tus piernas ancladas a la
nada, temblaban por la indecisión.
También vi como tus manos intentaban
agarrar el agua y como tus pies caminaban por el fuego.
Escuché tu respiración helada, olí
tu aliento de flores marchitas que de pura nostalgia, recordaban a la
muerte.
Me acerque a ti a sabiendas de tu
naturaleza de gata acorralada para abrir la caja de Pandora que
latía en tu pecho.
Y quise deshacer los nudos de tu
garganta, regar tu vientre de lágrimas, depurar cada gota de tu
sangre, acostarme con tu alma vencida y ofrecerte la llave de Pandora
aún sabiendo que dándote la llave, te daba mi vida y me arañaste,
y te arañaste, y arañaste todo cuanto había alrededor.
Hiciste jirones la sábana, sacaste la
gomaespuma de los cojines, rompiste vasos, ceniceros, jarrones...
Destrozaste la lámpara de noche y ni la luna pudo alumbrar tanto
desastre.
Pero cogiste la llave y abriste la
caja.
Ahora, estás demasiado guapa hija de
puta.
Comentarios
Publicar un comentario