La ferretería, una tienda salvaje

Alguna vez dije que mi identidad es como el escaparate de una ferretería.
Me sobran tornillos de locura, cintas americanas de pantalla plana, clavos de borrachera, brocas de 1x1000 y tuercas con agujero negro.
Me sobra alambre de espino y soga de esparto. 
Sin embargo, tengo todo lo necesario para cualquier chapuza que el futuro, siempre desarreglado y aparatoso, presente. 
¿Qué necesitas alicates para apretar tu sin razón? ¿O quizá unas tijeras para cortar lo insano? ¿O un destornillador para aflojar la presión? 
Cualquier herramienta tengo si lo que quieres es renovar tu alma. 
Eso si, has de saber para que sirve cada cosa porque si no, te juntarás con millares de piezas que jamás sabrás componer, y como el puzzle de 1000 piezas que le regalaste a tu madre una navidad fría y desolada, acabarás con todo en lo alto del armario acumulando polvo y soledad.
Pásate por mi escapare, elije de lo que careces y ponte manos a la obra, porque ayer viendo un anuncio descubrí que jamás sería ni astronauta, ni bombera, ni policía pero que lo que si que soy, es chapucera de almas y desasosiegos. Y que en cuestión de logística, no hay lógica que pueda conmigo.


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