El olor de nuestros reproches

El susurro de tu aliento borracho rozaba mi nuca
No olías como huelen los borrachos gastados
Olías a borracho nuevo
Tú siempre olías agradable y dicharachero
Con veinte copas de más y veinte porros de menos
siempre tenías las ganas intactas de sonreír
Corría por mi cabeza el pensamiento de amargarte la boca y clausurar tus labios
No lo hacía aposta
Lo hacía porque estoy segura de a qué saben las rosas
No quería hacer de los sabores de tu vida, licor de almendras amargas
Tampoco que tú hicieras de la mía, absenta de delirios
Callábamos, y cuando hablábamos, o muros o estrellas fornicando, lobos en extinción copulando asco y belleza a partes iguales
No tengo tan claro eso de la paciencia
Y ahí, sapos y culebras por mi boca; enredándose las culebras a la comisura de tus labios
Y juro que no quería quitarte ganas de diversión
Ni los atardeceres sobre-acogedores
Ni el tacto de la arena en tus pies
Ni el embiste salvaje de las olas contra tu pecho limpiando desdichas pasadas
Tampoco agachar tu sexo
Hacer de tu cerebro un queso holandés
Y zamparme tus entrañas con cuchillo y tenedor de plata.
Nunca deseé amarrarte a la cordura
Al significado de la verdad
Del poder
De la honestidad, dignidad, honradez
Nunca quise nada de esto
Creo que tu tampoco deseabas que bajara las comisuras de mis labios
Ensombreciera enfangada mi mirada
Cubriera mis cabellos con encrespamiento
Que me entristeciera tanto como si Guadalquivir se secase
y me vistiera de apocalipsis a la primera de cambio
Sin embargo, la toxicidad apesta aunque se cubra de sonrisas
Los vahos del asco salen con el tiempo
Y los bucles de verborrea de borracho, se hacen infinitos e inaguantables
No se encuentra salida
Nos queremos
Si
Pero nos queremos vivxs
y esto, si no cambia, huele a muerte.


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