Teoría de cuerdas y cartas del tarot

La teoría de cuerdas dice que vibramos en diez o once dimensiones. Me gusta la teoría de cuerdas porque hay cuerdas con alma y sin alma que vibran en espacios desconocidos de materias también desconocidas. Igualmente, me atrae por la afirmación de universos paralelos y porque su última hipótesis teórica es denominada Teoría M. : Teoría Mágica. Me gusta la teoría de cuerdas porque nace con la psicodelia ácida de los 70. Porque Jimmy Hendrix ya la practicaba antes de que señores con gafas afirmarán que lo que nos rodea, vibra, y porque cambiar la vibración es cambiar el movimiento. Porque no es estática, pasiva, insensible. Porque se tensa, destensa y oscila según la toque la fuerza del presente y es misteriosa, muy incompleta para nuestros limitados sentidos, o todo lo contrario. Y la viceversa es lo que más me pone: Todo lo contrario.
Me gustan las cartas del tarot porque mi abuela es bruja. Porque me llevan a un salón azul oscuro y a vibraciones color carne, tensadas por un alhambre que chirriaba cuando la energía del más allá decidía presentarse debajo de la mesa camilla y mi abuela se ponía a temblar. Porque aunque ella nunca las usó, me transmitió lo que significaban. Arquetipos, personalidades en distintos estadios. Roles y conductas. Todas pasamos por todos y el juego del tiempo y el espacio dirán todo lo demás. Me gustan porque penetro en el universo secreto de otras y puedo ver lo que quiero, lo que quieren, lo que queremos. Puedo saborear los deseos ocultos, las faltas del espíritu, los rencores incoscientes, la lujuría secreta, aislada, peligrosamente suspicaz y vehemente. Descubro el cinismo propio, ajeno, el doble sentido se presenta claro y dimensiones paralelas se abren. Otras vidas. Lazos que nos unen. Y es que si hoy tú estás aquí conmigo es porque en otra vida también lo estuviste. Hay una cuerda que nos une. En la tradición japonesa es un hilo rojo. Como la sangre. Ese Hilo que nos une a todxs. Ese hilo que ahora me pongo.
Que empiece el ritual.