Brújula

 

Alrededor, una congestión de sucesos repetidamente distintos se aferra a un planeta especialmente cansado de tanta y tan poca humanidad.

Los vapores etílicos de la resaca del banquete salvaje, se agolpan en las montañas agujereadas esperando explosionar, mientras, una águila planea al lado de una torre eléctrica y un topo es atropellado por un tren.

En el río los peces flotan panza arriba con los ojos en blanco

A mi frente, millones de kilómetros de asfalto fundido recorridos por almas en pena

A mi izquierda, las goteras de llantos, que sin consuelo, esperan que el calor del verano los abrase en sus míseras chabolas.

A mi derecha, comercios sin sentido en busca del oro de la felicidad, cierran, abren y se traspasan ahogados en su propia decepción.

Detrás, aquel garito que acoge mis sueños de esperanza detrás de un par de chupitos.

El infierno siempre fue un sitio de lo más terrenal.

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