Orquideas
He tropezado, estuve casi a punto de caer, una barandilla llena de orquídeas me rescato entre sus flores, o eso creí. Eran blancas y rosadas, con su carne dura y frágil, creciendo sin medida alrededor de tu cuello, me acerqué a olerlas con la ilusión de encontrar el perfume de la tranquilidad, y durante algún tiempo, pensé que la vida no podía oler mejor. Las estaciones fueron pasando, y el perfume antes tan intenso en la ilusión y el misterio, empezó a perder esencia y aquellas flores, tan despacito como un caracol en busca de su hija, dejaron de oler, o quizá nunca olieron y nosotros, torpes topos, no supimos diferenciar la utopía del amor.
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