Ayer estuve tomando el sol

En las ciudades de mochilas sucias, los carros de la compra contienen los sueños.
El último tren a ninguna parte parte cada dos minutos de la estación del vacío.
La uralita es la única ventana de esta esclavitud.
Los destellos azules de la tecnología... y mis dedos, hundiéndose en el cuello.
Las neuras, las crisis, el nervio, la inseguiridad, y otra vez el miedo.
El chico que mira desde la raja de sus ojos, susurra: Nadie nos dijo que esto fuera fácil.
El alcohol y el polvo, me visto y me maquillo con ellos.
Aún no he entendido que es imposible.
Tal vez me muera pensando que no lo es.

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