Tener sin poseer


 







A ojos del Estado, no poseo ni cuenta corriente.

A ojos de mi madre, me hace falta una casa.

A ojos de mi hermana, unas oposiciones.

A ojos de mi hermano, un coche

A ojos de mi sobrino, una caravana.

A ojos de mi tía abuela, un hombre que me tenga llena la nevera

En todas las miradas, parece que me falta algo. Y la verdad, es que doy gracias a lo

que tengo. Y no es difícil que la sonrisa me venga a la cara, o que un baño en el

mar, me llene de sensaciones buenas. Me gusta pasear por los pinos, me agrada la

compañía de las plantas, me gusta darle de comer a las gallinas y observar la dieta

del caracol. También, el frío en la cara, una buena hoguera y un cante por bulerías.

Me inspiran las miradas de las personas que aman, el saber de la ancianidad que ha

visto mucho y no se ha rendido, sentarme en el terruño y ver al sol derramarse

sobre la montaña. La casa sin agua que me acoge y sus ruinas. Y eso lo tengo,

porque poseo un cuerpo que me permite entrar en relación con ello. Eso es lo único

que yo todavía poseo, porque llegará un día, que ni tan si quiera eso… Y espero que

cuando llegué ese día (como viaje largo que es) me pille con el equipaje muy ligero.

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