...

Tan, tan maravilloso, que ni siquiera podía pararme a pensar que no fuera así.
Pleno; recorrer sereno de nuestras almas con las palmas de las manos.
Tu piel entre las sombras de la vela, mi cadera rozando la tuya, tus manos y tu boca hundiéndose en mi cuerpo y el ego desaparecido por la comunición de nuestro compartir.
Regalando corazones y úteros como quién regala calcetines
Sin miedo a la tortura ni a la ruptura, alejados de lo material, transportados en una nube marihuana, conducidos por una BH con remolque y sin frenos, dispuestos a atragantarnos de amor  y a no morir en el intento.
Te amo.






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