En los márgenes

Son sus ojos y su sonrisa, sus juegos de aviones, la sinceridad de su propio amor, lo que no me deja dormir.
Y sueño entonces con libros y rosas, con esquinas marrones, con soledades y traumas en la inocencia más pura.
Y ellos cuentan balas como cuentan estrellas. 
Entre la basura buscan su vida, y a manos llenas, reparten champiñones marrones y pellejos de ternera.
Con sus bicecletas para el verano y el invierno, recorren las calles de las ilusiones.
Hombres armados vigilan sus andares; esperan el despiste de la presa para comenzar el festín.
Les faltan dientes, labios, cabello, duchas y calor,  les sobran motivos para dejar de creer.
En sus miradas, el brillo del presente, el vacío de la noche sin luna y el peligro de la ría apunto de desbordarse.
Mucho vicio mucho suicidio, dulce melodía contemporánea.

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