Siempre esperando al pie de una puerta barroca

Un número mínimo, un máximo y el extremo porque ya estamos en luna llena.
El agua y su rumor enfrente de un juzgado que siempre transita en lo turbulento.
Amenazas de muerte, injurias, locuras, vejaciones, cuchillos y fuego.
Me golpean las muñecas, vuelven las pesadillas de la infancia.
Lo que me rodea es duro y yo lo hago casi insoportable.
Hay hombre y mujeres que fichan mi bici, revisan mis compañías y comentan mis pintas por un teléfono pinchado
Hace calor, una vieja y su perro faldero toman el sol y queman su aburrimiento.
Una plácida madura, lee un libro. Su pie acompasa el ritmo frenético de un miércoles por la mañana en el centro de la urbe.
Una chica estudia sus ilusas expectativas para el examen del viernes.
Un viejo ojea el periódico y revisa los titulares en el vacío.
Otro hombre maduro lee tranquilamente amparado en la buena suerte
Una magrebí con tercer chakra cubierto y un niño a ocho palmos del suelo, ven pasar una vida que comprenden a ratos.
La del pelo rosa se marcha, pero el sol atiza y no sé cuál es la puerta de salida de este juicio.



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